Helena González corría y saltaba en su juventud pero una serie de infortunios en su edad adulta le afectaron a la cadera y a la espalda y hoy día su movilidad es reducida. Solo para bajar los cuatro escalones de la entrada de su casa necesita ayuda y debe desplazarse en scooter eléctrico. «Antes no era consciente de las dificultades a las que se enfrentan las personas con discapacidad, hasta que no lo necesitas por ti misma no te das cuenta», confiesa a Sevilla Solidaria.

De igual manera, fue al salir el 8 de marzo de 2015 de la manifestación por el Día de la Mujer cuando descubrió la importancia de poner el foco en la doble discriminación de quien es mujer con discapacidad.  Preocupadas de que la marcha fuera accesible o de que no se formaran embudos en el recorrido,  tanto ella como otras mujeres con su misma condición deciden entonces que deben tener su propia lucha. Visibilizar sus necesidades, acudir a las administraciones, ayudar a otras mujeres. «Luchamos este día por las mujeres, y nosotras también lo somos», explica Helena, quien en la actualidad es la presidenta de la Asociación de Mujeres con Discapacidad Funcional Azaar, miembro de Cocemfe Sevilla.

Se estima que un 60% de las personas con discapacidad son mujeres. Y desde el mismo momento en que una mujer debe esperar a tener acceso a una sola camilla de exploración adaptada en toda la provincia para una revisión ginecológica, los problemas sanitarios se suceden. «Una de nuestras socias se quedó embarazada y había mucho desconocimiento para tratarla, ni siquiera la pesaron en todo el embarazo porque no sabían cómo hacerlo», cuenta Helena sobre su compañera, que ha tenido «una niña preciosa».

La maternidad es otro asunto donde la mujer es discriminada. «A las mujeres se nos ha adjudicado el papel de cuidadoras y cuando ven a una madre con discapacidad se preguntan quién cuida al niño», indica Helena, «incluso tienen más problemas para adoptar si el progenitor que tiene discapacidad es la madre». Además, esta sevillana afirma que las desigualdades continúan en otros sectores, como en la educación, la sexualidad o el empleo. «Un hombre con discapacidad lo tiene más fácil para acceder, a nosotras nos relegan a limpiadoras o cuidadoras y así no se puede», explica.

Desde Azaar han tenido reuniones con los delegados de movilidad para trasladarle los problemas con el trasporte público y con urbanismo para la eliminación de las barreras arquitectónicas, junto con otras asociaciones. «Cogimos un tren de cercanías para ir a un congreso y unos jóvenes tuvieron que coger a pulso nuestras sillas para subirnos al vagón porque la distancia desde el andén era insalvable para nosotras solas», cuenta con uno de muchos ejemplos, como cuando quiere picar su billete en el autobús al entrar por la puerta central o cuando necesita alcanzar algún artículo del supermercado. «¿Por qué tenemos que estar dependiendo de personas amables que nos ayuden?», se pregunta.

Ellas se mantienen unidas y buscan el empoderamiento de la mujer con múltiples talleres y charlas. «Si no nos ayudamos entre nosotras, ¿quién nos ayuda?», expone. Ahora, en la casa en la que vive con su marido, tiene una cama articulada con ayuda de Cocemfe para otra compañera de la asociación, que ha tenido problemas de salud. El apoyo es fundamental y lo practican. También lo visualizan, con participaciones en colegios e institutos o mostrando sus capacidades, como con la compañía de flamenco inclusivo de José Galán.

La discapacidad dificulta cada mínimo gesto, y también, por supuesto, los grandes. Así, una mujer víctima de violencia de género se siente más atada a su agresor si cuenta con una discapacidad. Una de cada cinco mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en España tenía alguna discapacidad, según indica Plena Inclusión, y no hay políticas para luchar contra la violencia a este colectivo en concreto. Ni los servicios públicos son accesibles ni los profesionales que las atienden tienen la suficiente formación.

Helena González considera que poco a poco se va avanzando pero que aún queda un gran camino por recorrer para lograr la igualdad. Por ello hoy, si la salud se lo permite estará una vez en la marcha por el Día de la Mujer.

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