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Quienes creían que jugar al fútbol en silla de ruedas era imposible, estaban equivocados. Hoy más que nunca, porque el primer equipo de esta modalidad ya es una realidad en Cataluña. Su fundador tiene nombre y apellidos: Benjamín Moneta, cofundador y presidente del Barcelona Powerchair Football Club. Hace tan solo un año que llegó de Argentina y ya ha puesto su granito de arena para que las personas que no pueden caminar sí puedan practicar este deporte en la comunidad autónoma.
Su vínculo con la discapacidad comenzó a sus dos años, cuando nació su hermano. “Andrés vivió el tiempo suficiente como para enseñarnos sobre inclusión y dar la suficiente resiliencia a mis padres para crear, junto a otros, ADERID”. Se trata de una asociación que brinda atención multidisciplinaria única enfocada en el desarrollo y rehabilitación de las personas con discapacidad en su pueblo natal, General Villegas, en la provincia de Buenos Aires (Argentina).
En 2017 tuvo conocimiento a través de un amigo de la existencia de la Fundación Powerchair Football Argentina, donde comenzó siendo voluntario un domingo de marzo que se disputaba toda una jornada de la liga nacional. Si bien el deporte y la discapacidad eran dos temas que vivió de cerca, ese día se transformó en uno de sus “imborrables”.
“Lo recuerdo como si fuera hoy. No solo me encontré con un deporte increíble sumamente competitivo, igualitario e inclusivo. También me interioricé sobre las diferentes historias de superación y los distintos esfuerzos detrás de las lágrimas de emoción de muchos jugadores ante cada gol”, explica Moneta en una conversación con Crónica Global.
Ese mismo día supo cuál iba a ser su próximo reto, que empezó a alimentarlo a finales de 2021 matriculándose en un posgrado en la Universidad de Barcelona enfocado en la creación de proyectos sociales y gestión de ONG: “Lo inicié virtualmente desde Argentina y en diciembre de ese mismo año me vine a vivir a Barcelona para seguir cursando presencialmente y trabajar en darle forma a las bases del club”.
Paralelamente, fue formando el equipo que, hoy por hoy, está compuesto por ocho jugadores de entre 14 y 60 años a quienes les une una discapacidad motriz que les obliga a usar una silla de ruedas en su día a día. Además de Diego, Blas, Flor, Marc y Alejo, todos ellos miembros de la junta directiva que está impulsando la creación del Barcelona Powerchair FC, apodado Los tritones de Barcelona. ¿Y por qué este sobrenombre? Por el tritón del Montseny, una salamandra de color anaranjado y negro que habita exclusivamente en Cataluña y que, actualmente, está en peligro de extinción.
“Considerando que son anfibios con peligro de extinguirse, nos parecemos en algo fundamental: que ambos necesitamos poner huevos. Ellos los ponen en el Montseny y nosotros en el campo de juego”, expresa el fundador del club, que recuerda que en la jerga futbolera el concepto poner huevos es dejarse la vida dentro de la cancha.
Pese a que las gestiones del club están en un estado muy avanzado, Moneta advierte de que todavía deben seguir sumando jugadores y consolidando tanto al equipo como al cuerpo técnico, que cada vez logra un mayor interés por parte de la sociedad. Por el momento, han establecido los estatutos del club y toda la documentación necesaria para darlo de alta, pero siguen a la espera de la respuesta del Consell Català de l’Esport de la Generalitat “para ser un club formalmente constituido”.
Su primer entrenamiento oficial tuvo lugar el 2 de octubre en el polideportivo Les Moreres, cedido por el Ayuntamiento de Esplugues de Llobregat y gracias a la mediación de la Asociación Esplugues Sense Barreres. Desde la entidad también agradecen la predisposición del consistorio para dar visibilidad a esta actividad. Y es que el día 3 de diciembre --Día Internacional de la Discapacidad-- se realizará una jornada de deportes adaptados e inclusivos con la presencia de Barcelona Powerchair FC.
Pero… ¿cómo lo vivieron los protagonistas? Bernard Guerra lo recuerda como uno de los días más emocionantes. Después de toda una vida realizando deporte y siendo preparador físico, en 2017 le diagnosticaron una enfermedad que le impedía seguir jugando. “Gracias a esto me he vuelto a sentir deportista otra vez, ya que me ha costado mucho encontrar un deporte que se adaptara a mí”, explica a este medio.
Gracias al club, este tritón se siente “motivado” y a gusto, tanto física como mentalmente por “el hecho de entrenar con la ilusión de mejorar día a día y deseando poder jugar en la liga. Y volver a casa después de entrenar y sentirte cansado de haber realizado deporte”, relata.
Luchar por los derechos de las personas con discapacidad cansa mucho, aseguran. Por eso, celebran que puedan tener una válvula de escape como es el deporte, donde la única diferencia es que el balón mide el doble que en el fútbol convencional y los equipos están formados por cuatro jugadores. Todos ellos con el mismo sueño.